El presidente estadounidense, Donald Trump, declaró este martes que los casi dos millones de habitantes de Gaza podrían ser «realojados» en parcelas de tierra en Jordania, Egipto u otros países durante su reunión con el rey Abdalá II de Jordania en la Casa Blanca.

«Creo que tendremos una parcela de tierra en Jordania… tendríamos algún otro lugar donde vivirán muy felices y seguros», afirmó. Sin embargo, en el norte de Gaza, la realidad que describe Mohammed Ahmed, un residente de 31 años, contrasta brutalmente con las declaraciones.

Mientras Trump insinuaba soluciones geopolíticas, una cámara de teleSUR documentaba en el norte de Gaza las cicatrices de una guerra que ha borrado no solo infraestructura, sino también esperanzas. Las palabras del mandatario estadounidense chocan con el relato de Mohammed Ahmed, quien, entre misiles abandonados y páginas del Corán pisoteadas, revela una aniquilación que trasciende lo material. «Juro por Dios que ni siquiera reconocimos nuestro hogar. Esto no es solo destrucción, es una aniquilación total, psicológica, educativa, social».

Antes del avance militar, las escuelas de la zona servían como refugio para familias desplazadas. Hoy, sus patios almacenan equipos bélicos abandonados. Para Ahmed, estos lugares eran pilares comunitarios «Mi hijo, mi hermano y mis amigos estudiaban aquí. ¿Qué tenían de malo estas escuelas?». La pregunta flota entre escombros, sin respuesta.

La infraestructura que Gaza levantó con esfuerzo en el pasado —sistemas de agua, electricidad, calles pavimentadas— ha desaparecido. Ahmed relata cómo ahora dependen de burros para transportarse, un regreso forzado a una realidad que creían superada. «No tenemos excavadoras. Todo está en ruinas», lamenta, enfrentando la paradoja de querer reconstruir su vida sin herramientas para hacerlo.

Entre los escombros, las páginas del libro sagrado yacen en el suelo, una imagen que Ahmed describe como una herida espiritual «¿Quién aceptaría ver el Sagrado Libro así?». Para él, este acto no solo destruye edificios, sino que erosiona la dignidad de un pueblo que aferraba su fe como último bastión de resistencia.

Mientras Trump habla de «parcelas seguras», Ahmed clama por justicia «¿Por qué nos han hecho esto? Nunca dañamos a nadie». Su testimonio, encapsulado en la frase «Dios nos basta y Él es el mejor de los jueces», expone una crisis humanitaria donde ni refugios, ni libros sagrados, ni aspiraciones de paz estuvieron a salvo. La aniquilación total en Gaza no solo borra mapas, sino que deja la interrogante entre los escombros.

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